migrañas Migraña: Lo Que He Aprendido Viviéndola y Estudiándola a Fondo

¿Qué es la migraña y por qué es importante conocerla?

La migraña no es un simple dolor de cabeza. Es un trastorno neurológico complejo que puede impactar profundamente la calidad de vida de quien la padece. Si alguna vez te has encontrado tirado en una habitación oscura, en silencio absoluto, luchando contra un martillo invisible que golpea tu cabeza, sabes de lo que hablo.

La migraña afecta a más de mil millones de personas en todo el mundo. Se presenta con un dolor pulsátil que puede durar horas o incluso días, y a menudo va acompañado de síntomas como náuseas, vómitos, sensibilidad a la luz (fotosensibilidad), al sonido (fonosensibilidad), y una fatiga que puede ser tan incapacitante como el propio dolor. Cuando se presentan estos síntomas satélite, por llamarlos de algún modo, hablamos de migraña con aura. Si únicamente se presenta el dolor de cabeza, podemos hablar de migraña sin aura.

Aunque no se conoce una causa única ni definitiva, la ciencia ha avanzado en los últimos años para comprender mejor sus posibles orígenes y su fisiopatología. Y eso, sumado a la experiencia clínica, nos da una perspectiva mucho más rica de este trastorno, con su consecuente repercusión en el tratamiento exitoso.


Fisiopatología: del CGRP al sistema trigémino-cortical

La fisiopatología de la migraña es como un rompecabezas en evolución. Durante años se pensó que era un problema exclusivamente vascular. Luego, la teoría neurovascular tomó protagonismo. Hoy en día, las investigaciones apuntan hacia una interacción compleja entre el sistema nervioso central, neurotransmisores como la serotonina, y moléculas específicas como el CGRP (péptido relacionado con el gen de la calcitonina).

Pero la explicación que más sentido me hace, y que veo más coherente en la práctica clínica, es una combinación entre una reacción excesiva del sistema nervioso ante estímulos supuestamente nocivos y lo que se llama sobrecarga alostática.

La sobrecarga alostática es un fenómeno en el que, tras un periodo de estrés intenso o ansiedad mantenida, el cuerpo entra en un modo de supervivencia que agota sus reservas energéticas. Esta “fatiga fisiológica” afecta la regulación normal de los sistemas corporales, incluyendo el nervioso. En ese punto, hasta una luz o sonido pueden ser interpretados por el cerebro como amenazas.

También ocurre un desajuste del sistema inmune dentro del sistema nervioso: las células gliales, fundamentales para la limpieza y comunicación neuronal, empiezan a comportarse de forma errática. Y todo eso… puede disparar una crisis de migraña.


Causas y factores de riesgo: genética, hormonas, estrés y sobrecarga alostática

No hay una sola causa para la migraña, pero hay muchos caminos que llevan a ella. Algunas personas tienen una predisposición genética; si tu madre, padre o abuelos la sufrían, las probabilidades de que tú también lo hagas aumentan significativamente.

Otros factores que influyen:

  • Cambios hormonales (especialmente en mujeres)

  • Alteraciones del sueño

  • Ayuno prolongado

  • Estrés emocional o físico

  • Estímulos sensoriales (luces parpadeantes, olores intensos)

  • Ciertos alimentos como el chocolate, el vino tinto o los quesos curados

Desde mi experiencia, lo que más se repite es la presencia de una etapa de sobrecarga física o emocional previa. Esa es la base de la ya mencionada sobrecarga alostática: el cuerpo sobrevive con lo justo, y cualquier «gota extra» desborda el vaso.


Desencadenantes frecuentes: alimentos, estilo de vida y entorno

Migraña y factores psicologicos

Conocer tus detonantes es medio camino ganado. La migraña se puede disparar por cientos de motivos, pero algunos son recurrentes:

  • Alimentos ricos en tiramina (quesos curados, embutidos, alcohol)

  • Exposición a pantallas durante muchas horas

  • Cambios en el clima o presión atmosférica

  • Olores fuertes como perfumes o productos de limpieza

  • Deshidratación

  • Ciclos de sueño irregulares

Una de las herramientas más útiles es llevar un diario de migraña. Anotar lo que comes, cómo duermes, tu nivel de estrés y actividad física ayuda a detectar patrones. En mi caso, descubrí que los fines de semana eran más frecuentes los ataques, lo que me hizo entender que no siempre era el estrés lo que causaba la migraña, sino el “descompresionar” tras una semana tensa.


Síntomas y fases clínicas: prodromo, aura, dolor y postdrome

La migraña es como una película de cuatro actos:

  1. Pródromo: horas o días antes del dolor. Puedes sentirte irritable, cansado, con antojos de comida o rigidez de cuello.

  2. Aura: no todas las personas lo experimentan, pero puede incluir destellos de luz, puntos ciegos, o incluso dificultad para hablar.

  3. Ataque: el dolor de cabeza propiamente dicho. Pulsátil, a menudo en un solo lado, y acompañado de náuseas, vómitos y sensibilidad sensorial extrema.

  4. Postdromo: el “resacón” de la migraña. Puedes sentirte agotado, confuso o con dificultades para concentrarte durante horas o incluso días.

A lo largo del tiempo, he aprendido a identificar cuándo viene un ataque. El cuello se tensa, la energía cae, y hasta el estado de ánimo cambia. Reconocer el pródromo me permite anticiparme con estrategias de contención.


Diagnóstico: ¿cómo lo identifican los médicos?

No existe una prueba única para diagnosticar la migraña. El diagnóstico es clínico, basado en los síntomas y en la historia del paciente. A veces, se utilizan pruebas de imagen (como resonancia magnética) para descartar otras causas, especialmente si el patrón de dolor cambia o hay signos neurológicos nuevos.

Los criterios del International Headache Society son los más utilizados: episodios de dolor de cabeza que duran entre 4 y 72 horas, con al menos dos características como localización unilateral, dolor pulsátil, intensidad moderada a severa, y empeoramiento con actividad física.

Algo importante: muchas veces las personas no buscan ayuda porque creen que es «solo un dolor de cabeza». Error. Un buen diagnóstico cambia completamente la vida.


Tratamientos integrales: farmacológicos y no farmacológicos

El tratamiento de la migraña no es solo tomar una pastilla. Es un enfoque de 360 grados. Los fármacos ayudan, pero rara vez solucionan el problema.

En mi experiencia, lo más eficaz ha sido combinar varios enfoques:

  • Educación: entender la patología, sus fases y sus causas.

  • Fisioterapia: especialmente para el tratamiento de la musculatura cervical, el control postural y la modulación del dolor.

  • Actividad física regular: caminar, nadar, hacer yoga.

  • Mindfulness o meditación: para bajar la sobrecarga del sistema nervioso.

  • Farmacología: tanto en tratamiento agudo (triptanes, AINES) como preventivo (betabloqueantes, antidepresivos, antiepilépticos en casos severos).

  • Nuevos fármacos anti-CGRP: en casos resistentes, están demostrando gran eficacia.

Cada paciente responde distinto, pero lo clave es no quedarse solo con los fármacos.


Prevención y cambios en el estilo de vida: énfasis en estrés, fisioterapia, mindfulness

La prevención de la migraña es casi más importante que el tratamiento del ataque en sí. Prevenir implica:

  • Dormir bien y a horarios regulares

  • Comer equilibradamente y evitar ayunos prolongados

  • Evitar o reducir estrés sostenido

  • Hacer ejercicio aeróbico moderado

  • Buscar espacios de desconexión mental

Uno de los cambios que más impacto tuvo en mi caso fue introducir rutinas de meditación diaria. Incluso sesiones de 10 minutos con respiración consciente ayudaron a reducir la frecuencia de los ataques. También me fue útil entender que no era “débil” por tener migraña, sino que necesitaba cuidarme de otra forma.


Cuándo consultar al especialista y qué esperar

Si tienes dolores de cabeza frecuentes, intensos o incapacitantes, o si notas que cambian en su patrón, debes consultar a un neurólogo. No normalices el dolor.

Esperar ayuda médica es abrir la puerta a diagnósticos diferenciales (cefalea tensional, neuralgia, tumores, etc.) y a un abanico de opciones terapéuticas. Además, un especialista puede ayudarte a diseñar un plan personalizado y darte acceso a tratamientos más recientes, como los monoclonales anti-CGRP.


Conclusión: vivir con migraña desde la experiencia personal

Vivir con migraña puede ser duro, sí. Pero también puede ser un camino hacia el autoconocimiento, la autoescucha y el autocuidado.

He vivido en carne propia lo limitante que puede ser. He sentido la frustración de no encontrar una causa clara, de probar tratamientos que no funcionaban, de cancelar planes por un ataque inesperado. Pero también he aprendido a identificar mis límites, a anticiparme a los síntomas, y a construir una rutina que me protege.

La migraña no tiene por qué controlarte. Con información, estrategia y paciencia, puedes tomar el control tú. Y si estás en ese camino ahora, que sepas que no estás solo. Hay soluciones, hay comunidad, y sobre todo, hay esperanza.

Como fisioterapeuta especialista en el tratamiento del dolor, insisto siempre en que el abordaje debe ser global. La migraña  no se resuelve con una sola sesión de masaje, ni ningún otro tratamiento único. Se trata de un trabajo conjunto, de reentrenamiento y educación del cuerpo y del sistema nervioso. Si quieres más información, puedes contactar conmigo directamente aquí

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Publicado el 2 de julio de 2025

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