Mareos por cervicales: lo que nadie te ha contado y necesitas saber
¿Qué son los mareos de origen cervical?
Los mareos cervicogénicos —también conocidos como mareos por cervicales— son una manifestación cada vez más común en consulta clínica, especialmente entre personas con dolor crónico de cuello o con patologías musculoesqueléticas de larga evolución. A menudo, quienes los padecen describen una sensación de inestabilidad, desorientación o incluso vértigo leve, que aparece al mover el cuello o permanecer en ciertas posturas.
Desde mi experiencia como fisioterapeuta especialista en el tratamiento del dolor, he atendido a numerosos pacientes que reportan estos síntomas y, en muchos casos, no existe una causa vestibular clara. Es decir, no hay problemas en el oído interno que justifiquen el mareo. Cuando esto sucede, los mareos son, en realidad, parte de un proceso patológico más amplio, que tiene como epicentro la columna cervical.
A diferencia de los vértigos de origen puramente vestibular, el mareo cervicogénico está íntimamente ligado al movimiento, a la tensión muscular y a la alineación postural. Es común en personas que pasan muchas horas frente a un ordenador, sufren de estrés crónico, o han tenido episodios previos de cervicalgia (dolor cervical).
En estos casos, la sensación de mareo puede ir acompañada de rigidez, dolor en la base del cráneo, sensación de presión en los trapecios o incluso dificultad para concentrarse.
La buena noticia es que el mareo por cervicales puede tratarse con éxito, pero primero es fundamental entenderlo en profundidad.
Síntomas clave del mareo cervicogénico
Aunque los síntomas pueden variar, hay ciertas características que nos permiten sospechar de un origen cervical:
Mareos o sensación de vértigo leve al girar la cabeza.
Inestabilidad, especialmente en entornos visualmente estimulantes.
Tensión muscular marcada en cuello y trapecios.
Dolor de cuello que empeora con el movimiento.
Sensación de niebla mental o fatiga cognitiva.
En algunos casos, visión borrosa o dolor de cabeza asociado.
Estos síntomas no suelen presentarse de forma aislada. En consulta, suelo encontrar que el dolor cervical y el mareo conviven con una debilidad progresiva de la musculatura cervical profunda. Esto genera un círculo vicioso: el paciente deja de moverse por miedo a los mareos, lo que a su vez atrofia aún más la musculatura estabilizadora, perpetuando la sensación de inestabilidad.
También he observado que cuando los mareos se vuelven crónicos, pueden estar vinculados con un fenómeno llamado sensibilización central, algo muy común en los casos de dolor nociplástico. Es decir, el sistema nervioso comienza a funcionar de forma disfuncional, generando síntomas de forma exagerada ante estímulos que no deberían provocar dolor ni inestabilidad.
Causas principales: desde inflamación hasta sensibilización central
Identificar la causa del mareo cervical es clave para elegir el tratamiento adecuado. Algunas de las causas más frecuentes que he encontrado en clínica son:
1. Disfunción musculoesquelética
Esto incluye procesos inflamatorios agudos, rigidez articular, bloqueos vertebrales, y desequilibrios musculares que alteran la biomecánica del cuello. La musculatura suboccipital suele estar implicada.
2. Atrofia de la musculatura estabilizadora
He visto en muchos pacientes que la falta de activación de los músculos profundos del cuello, especialmente en casos de trabajo sedentario prolongado, provoca pérdida de control postural, lo que incrementa la sensación de inseguridad y mareo.
3. Procesos de sensibilización central
En los casos de dolor nociplástico, el sistema nervioso “se desregula”, y el sistema nociceptivo (el que detecta el dolor) comienza a disparar señales sin una causa mecánica clara. Es decir, el cuerpo interpreta como amenaza cosas que no lo son, generando síntomas como mareos, presión, dolor difuso, incluso si no hay daño estructural.
Como fisioterapeuta especializado, cuando un paciente viene con mareo de origen cervical, siempre evalúo estos factores en conjunto: postura, tono muscular, historial de dolor, estrés, y el entorno laboral del paciente, entre otros factores.
Diagnóstico: ¿Cómo sabemos que los mareos vienen del cuello?
Este es, probablemente, el aspecto más complejo del problema. No existe una prueba única que diga: “tienes mareo cervicogénico”. El diagnóstico es clínico y por exclusión, lo que significa que primero hay que descartar causas vestibulares, neurológicas o cardiovasculares.
En consulta, realizo pruebas específicas para valorar la movilidad cervical, la fuerza de la musculatura profunda y la respuesta del paciente a ciertos movimientos. Si los síntomas se reproducen al mover el cuello, y no hay hallazgos significativos en otorrino o neurología, es muy probable que estemos ante un caso de mareo cervical.
Los estudios de imagen solamente serán útiles en presencia de síntomas neurológicos, como: Pérdida de fuerza progresiva, ausencia de reflejos, problemas en la sensibilidad, como hormigueos, sensación de ardor o electricidad o pinchazos como de «aguja»
Algo que repito mucho a mis pacientes es: “el mareo no es el problema, es el síntoma de que algo más no está funcionando bien en tu cuello o en tu sistema nervioso”.
Tratamientos eficaces: fisioterapia, rehabilitación y más
El tratamiento del mareo cervicogénico debe ser personalizado, progresivo y multimodal. Desde mi experiencia clínica, los enfoques que mejores resultados han dado son:
1. Terapia manual especializada
La terapia manual abre una ventana de oportunidad para la mejora de los síntomas de mareo por cervicales, lo que abre paso a otras estrategias más importantes a largo plazo, como el ejercicio terapéutico.
2. Ejercicio terapéutico
Aquí entra en juego la reeducación de la musculatura profunda cervical. Hay que reactivar los músculos estabilizadores que están atrofiados, y eso se hace con ejercicios específicos, lentos, controlados y supervisados.
3. Educación y desensibilización del sistema nervioso
En casos con sensibilización central, parte del tratamiento consiste en educar al paciente sobre su dolor, eliminar el miedo al movimiento y usar técnicas que ayuden a regular el sistema nervioso, como el control respiratorio, el mindfulness o incluso la exposición progresiva al movimiento.
4. Reentrenamiento postural y control motor
Reeducar al cuerpo para que vuelva a moverse de forma eficiente es vital. Esto incluye desde correcciones ergonómicas en el trabajo hasta la integración de ejercicios de control motor cervical.
He tenido casos que mejoran en pocas semanas, y otros que requieren un enfoque más largo y sistemático. Lo importante es comprender que el tratamiento no es solo “quitar el mareo”, sino restablecer la función del cuello y del sistema nervioso.
Ejercicios prácticos para aliviar mareos cervicales
Si tienes mareos por cervicales, lo primero es evitar movimientos bruscos y, por supuesto, consultar a un profesional. Pero existen ejercicios seguros que puedes empezar a hacer:
Isométricos cervicales suaves: empujar contra la mano sin mover el cuello, en todas las direcciones.
Estiramientos controlados de trapecio superior, elevador de la escápula y escalenos.
Ejercicios de doble mentón: activan los músculos profundos cervicales y ayudan a realinear la postura.
Oculomotores cervicales: movimientos de ojos y cabeza coordinados para mejorar la propiocepción.
Trabajo respiratorio diafragmático para calmar el sistema nervioso simpático.
Como fisioterapeuta, suelo enseñar estos ejercicios en consulta y los adapto al nivel de cada paciente. La clave está en la progresión y en evitar la sobrecarga.
Prevención y hábitos posturales saludables
La prevención es una de las herramientas más poderosas frente a los mareos cervicogénicos. Aquí van algunas estrategias que aplico tanto en consulta como en talleres de educación postural:
Revisar tu estación de trabajo: altura del monitor, distancia visual, posición del teclado y silla ergonómica.
Evitar posturas mantenidas: especialmente flexión cervical prolongada (mirar el móvil o el portátil).
Pausas activas: al menos cada 60-90 minutos, para mover el cuello, hombros y espalda.
Ejercicio físico regular: el movimiento es el gran antídoto para el dolor crónico y los mareos.
Control del estrés: técnicas de respiración, meditación o actividades que relajen el sistema nervioso.
Recuerda: tu cuello no está roto. Está desajustado, y eso se puede corregir con el enfoque adecuado.
Cuando acudir a especialistas: medicina, rehabilitación y dolor
Siempre recomiendo que los pacientes con mareos persistentes hagan un circuito completo de diagnóstico, que puede incluir:
Otorrinolaringólogo: para descartar problemas vestibulares.
Médico rehabilitador o neurólogo: si hay sospechas de origen neurológico.
Fisioterapeuta especializado en dolor y postura: para trabajar la causa funcional.
Psicólogo (cuando hay síntomas de ansiedad o somatización que agravan el cuadro).
Como fisioterapeuta especialista en el tratamiento del dolor, insisto siempre en que el abordaje debe ser global. La cervicalgia con mareo no se resuelve con una sola sesión de masaje. Se trata de un trabajo conjunto, de reentrenamiento y educación del cuerpo y del sistema nervioso. Si quieres más información, puedes contactar conmigo directamente aquí
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Publicado el 18 de junio de 2025